viernes, 14 de septiembre de 2007

Mudanzas

Respondiéndole a mí amigo, el desencontrado, quien no tiene un rábano de idea quien soy, mí conejil ser sólo ha cambiado una vez de madriguera. Fui expulsado de mi hogar como Agar e Ismael, ¡Quien fuera egipcio! Aquel lugar desierto al que llegamos no tenía nada más que paredes desnudas y espacios vacíos. La inmensidad de un lugar que no es el hogar. Siete pestes cayeron sobre mi antiguo hogar y no hubo Moisés que nos abriera el mar de lágrimas que derramamos. El primogénito no fue expulsado y ahora es dueño de aquel pequeño terruño. Abatidos y desposeídos de toda realidad material nos sentábamos en los escalones que conduce al cuarto que desde entonces ha sido de la matriarca y añorábamos aquellas tardes luminosas en nuestro verdadero hogar. Más de quince años han pasado desde entonces y ciertas tardes todavía me siento en la estoa a pensar en todo aquello que deje atrás, que me obligaron a dejar a atrás. Pero bienaventurados los que lloran y sufren, porque a ellos les será concedida la venganza.

Felices zanahorias patrias

2 comentarios:

Erika dijo...

Yo llevo 2 mudanzas, y al parecer, pronto seran 3. Tambien he sido expulsada de mi hogar en esas ocasiones y si, al principio es triste. Pero como todo, uno se adapta a lo nuevo, no necesariamente agradable.

Que se siente vivir en una madriguera??

Juan Manuel Escamilla dijo...

Oiga, la bienaventuranza no era así. ¡Falsario!
Gracias por cumplir. Me gustó, oiga usté.