Cada vez que mis conejiles ojos leen un poco del buen Schopi siento unos cuasi arrebatos místicos propios de personajes como Buenaventura o Santa Teresa de Jesús. No es lo acido y critico de las observaciones Schopenhauerianas lo que me deleita de esa manera sino que tras toda esa arrogancia escritural encontramos verdades sacras que han sido olvidadas en pos de una corrección política, vulgar y nimia.
“Entre cien personas, apenas hay una con la que valga disputar. A los demás hay que dejarlos que digan lo que quieran porque el ser idiota es uno de los derechos del hombre.”[1]
[1] Estratagema 38
1 comentario:
Ese libro es una delicia. Te felicito por leerlo.
Publicar un comentario