La misma novela, la misma novela que se ha leído una y otra vez. La misma tragedia que se repite inexorablemente. Todos mueren al final. Por qué será que todas las novelas que uno lee son la misma. La pasta brillante, el olor a piel que se impregna en las manos. Uno recorre la costilla del libro y lo siente en la piel. Bella, simplemente bella. No hay más que tenerla, a toda costa. Comprarla, robarla, pedirla prestada. Todo con tal de tenerla.
Ahí está, en la mesa, la pasta brillante, las hojas prístinas. ¿Queda algo más que leerla? Tal vez así sea, tal vez no. Para que repetir la historia, para que leer algo que ya sabemos como terminará. Uno mira con fruición el libro. Estático, limpio inmaculado. Luego lo toma comienza a hojearlo, todavía no lo lee. Simplemente se delecta con su tacto. Disfruta atravesar las páginas, una a una o varias de un sólo golpe. Es interesante ver como se disfruta siempre lo previo. Leer es desesperante, amor de amante. Locura que no termina, pero antes de leer, ¡Oh! Antes leer uno es feliz, lo ve todo, siente que sabe todo, nada más lo sorprenderá, todo esta ya ahí contenido. No existe metáfora que no sea conocida o línea que sea de ante mano saboreada.
Uno lee y se arrepiente, sabe que nunca debiera haber tomado el libro, se siente la grasa de los dedos ensuciar cada pagina, el polvo que se acumula en las pastas. Las manchas que aquí y allá se le hacen al libro. Terrible sentir que uno avanza. La desesperación por llegar al final, a aquel final que ya conocemos. A aquel final que uno siempre sabrá que se tendrá. No importa que haga uno, el final siempre esta ahí. Él lo sabe, ella también lo sabe. Sólo es cuestión de avanzar más paginas. Transcurrir las líneas de actos que se conocen. Otras palabras, otras hojas, pero lo mismo. Lo mismo que se repite cada vez. Tal vez por ello siempre termina como termina, porque todo es lo mismo. No existe el cambio. Todo acto humano es sólo una repetición de uno anterior.
Se acerca al final, la trama se desmorona sobre sus manos. La arena se escurre por sus dedos. La vida vuela en alas de mariposa. Así es. Simplemente terminar y elegir nuevamente una novela. Tal vez una más larga, o algo más alambicado. Aquella que siempre le ha dado miedo leer, pero que indefectiblemente será una tragedia.